A la calladita se convirtió en el primer serbio en participar en un Grand Slam y con contundencia fue el primer representante de su país en alzarse en un Major (Abierto de Australia 2008)

, desatando una impresionante algarabía y un recibimiento multitudinario y digno de cualquier integrante de la realeza europea. El mundo del tenis comenzaba a conocer y a maravillarse con él, alto, desgarbado, con un enorme carisma y un sentido del humor que ha causado la gracia y, en otros casos, el disgusto de alguna de las víctimas de sus ya célebres imitaciones.

Es fácil verlo con la misma agilidad con la que maneja a su raqueta, tocando en una banda de rock con sus amigos, modelando en una pasarela, bailando, cantando en karaokes o grabando disparatados comerciales, convirtiéndose en el dueño del show entre el público. Sin embargo, faltaba algo…

La calidad de Nole en la cancha no se cuestiona, ni se pone en dudas, pero su talento siempre quedaba escondido en la sombra de dos titanes: Roger Federer y Rafael Nadal. Cada vez que hacía gala de su mejor tenis y muchos pensaban que su estallido estaba cerca, algo ocurría y lo impedía, bien sea una lesión o hasta malestares estomacales. ¿Presión? Quizás.

Lo que si es cierto es que, al parecer, este 2011 la cosa cambió, no sabemos cuál fue la fórmula, pero el muchacho vulnerable que en los momentos de merecer se desvanecía quedó a un lado. Hoy estamos ante un fenómeno que no ha conocido la derrota este año y que parece decidido a hacerse, lo antes posible, de ese número uno que tanto tiempo le fue esquivo. Ya fue capaz de tumbar al “Expreso Suizo” del número dos, ahora un resignado Nadal ya está a la espera de perder su trono en manos del “showman” de la ATP. Djokovic igualó las 42 victorias consecutivas de John Mcroe iniciando un año, el estadounidense muy recordado por su carácter incontrolable, mientras Nole sigue su camino a la gloria, seguramente, recordado ya por hacer de cada presentación una gran celebración.

Al parecer los fantasmas quedaron en el pasado, nada más este año, el primer Grand Slam: el Abierto de Australia y los Masters de Indian Wells, Miami, Madrid y Roma se han rendido ante este flacucho, que ha hecho de la cancha su salón de fiestas particular y tras derrochar carisma, desea abandonar las sombras y hacer cumbre.