»Me dirán que es muy temprano, pero Vizquel se ve como capaz de jugar otra campañita más», twitteó mi

amigo y colega Iván González en su cuenta personal. Locura para algunos, muy apurado para otros, mientras hay quienes se preguntan: »¿hasta cuándo?». Por mi parte, simplemente digo: »¿Por qué no?».  Mientras un país entero no ve la hora de ver a Omar abandonando el diamante para, con ello, iniciar 5 años de ansiosa espera, ese conteo regresivo que separaría a »Kike» de su inminente llegada al Templo de los Inmortales; este muchacho “porfiao” de 44 abriles nos grita en voz alta con su guante o a mano pelada, (en ocasiones) con su bate, con su presencia física y su actitud, que la palabra »Retiro¡¡ es ajena a su diccionario, quiere ser »inmortal» con el uniforme sucio y el guante puesto.

Estamos ante un “Peter Pan” que ha hecho del terreno su “País de Nunca Jamás”, un paraíso donde no deja de sorprender al mundo con sus danzas sobre el campocorto y las galanterías con su nueva novia: La segunda base. Una naciente relación que ha hecho, casi imprescindible, su presencia en el line up. Y es que este maestro de una nueva generación de estrellas del “Short Stop”, quiere seguir siendo alumno y repetir la materia que con honores aprobó hace tiempo, no quiere crecer.

Con el porte de un boxeador listo para revalidar su corona, día a día, golpea con sus jugadas y su simple presencia a quienes tienen la osadía de llamarle “viejito”. Estamos ante un verdadero “fiebrúo” que nos ha vuelto adictos a sus jugadas, sus titulares (cada vez más frecuentes y numerosos) informándonos que ha roto un nuevo record y a verlo uniformado, listo para la acción. Así es Omar Vizquel. Incluso, por solo mencionar un caso, capaz de lograr que una melómana empedernida vendiera su entrada para el que fue el último concierto de Soda Stereo en Caracas, por coincidir en fecha y hora con ese partido final de la gira de despedida de Vizquel con Leones del Caracas en un estadio Universitario lleno de punta a punta. Y donde Omar, en 16 encuentros que formaron su “Gira de Despedida”, no cometió ni un error e hizo brillar el 23 de su espalda.

Por cierto, para los fanáticos de Soda ofendidos y sorprendidos con la anécdota: Si, fui yo, confieso que lo hice… Sin ser “caraquista”, pero sí bastante “Vizquelista”.

Trina Ballesteros Trina Ballesteros
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