Probablemente si usted ya vio el trailer de Dudamel »El sonido de los niños» quizás haya llamado su atención saber de qué va esta cinta. Si por el contrario, apenas se está enterando

, pero ya vio hace algunos años »Tocar y Luchar» puede que ahora esté ansioso de ir a ver este documental. Por ultimo, sino sabe ni de una, ni de la otra, no se preocupe, llegó a la columna correcta. Descuide, no le contaré las mejores partes, pero si me esmeraré en convencerlo de por qué ir a ver esta pieza del cineasta Alberto Arvelo.

 

 

No soy la típica persona que tiene en su ipod  a Vivaldi, Chopin, Verdi, Mozart, Bach, Beethoven, Puccini, Tchaikovsky o Schubert, por nombrar a unos pocos. En realidad ni siquiera uso ipod. Sin embargo, la idea de estas palabras van centradas en que si a usted no le gusta la música clásica, no se va a aburrir. Este majestuoso elemento, como lo es la música, llena de pinceladas la cinta y lo paseará pon un carrusel de emociones que honestamente vale la pena vivir.


¿Con qué otra propuesta podía deslumbrarnos Arvelo luego de “Tocar y Luchar”? Ese era mi gran cuestionamiento mientras esperaba ansiosa poder conocer por fin a Dudamel. También intentaba recrear qué podría ver en este documental y si de adivinar se trata, debo confesarles que hubiese reprobado.


¿Qué estaba haciendo yo a los 8 años? O mejor dicho ¿Qué estaban haciendo mis padres que no me impulsaron a experimentar con la música a esa edad? Esas fueron mis grandes interrogantes al culminar la proyección, las cuales inmediatamente se transformaron en ganas de querer inscribirme en clases de música, sensación de arrebato que quizás usted también pueda experimentar, así que vaya a un cine que no tenga academias de música cercanas.


Luego de unas horas de seguir recordando cada una de las escenas tan bien pensadas, tan justificadas, con un motivo de ser y de estar, recuerdo lo que dice el afiche “La película que todos los venezolanos llevarán en sus corazones” tal vez tengan razón, está película te flecha y quizás es porque contiene esas palabritas que necesitamos para levantarnos día a día como “esperanza”… “optimismo”…“pasión”…


La admiración que genera este documental es tan sabrosa que, en lo particular,  uno se reencuentra con ese orgullo de ser Venezolano. Tanto que a pocas butacas podía percibir un infrasonido que poco a poco se iba transformando en ese incómodo nudo en la garganta perteneciente a gran parte de las personas que tenía a mi alrededor. Al final esa tensión fue absorbida por las lágrimas de un señor ubicado una fila más atrás.


La inocencia de los niños que protagonizan esta pieza es la chispa de alegría necesaria, que junto a la ternura y la perseverancia, que se plasma de ellos, son parte de los ingredientes que componen la lucha del evolutivo Sistema.


Si usted necesita un mensaje de optimismo, necesita ver la otra cara de la moneda y tener otro motivo más por el cual sentirse orgulloso de haber nacido en esta tierra. Si quiere conocer cómo Dudamel ha logrado tener tanto éxito. Saber en qué consiste El Sistema. Pasar un rato ameno disfrutando de un documental, ya que llegan pocos a la gran pantalla. Vaya y vea Dudamel “El sonido de los niños”. Una vez más me limitaré a no hablar de la fotografía ni de los movimientos de cámara o del material de archivo utilizado. Lo fundamental es que vaya al cine y se forme su criterio y tal vez comparta conmigo que Dudamel tiene en sus manos “una batuta que dirige esperanza”.


 

Por: Lic. Johamy M. Ojeda
RCR – Utopía-Art – UCSAR
Twitter: @Productorajm / E-mail: [email protected]