Aló, ¿Quien Habla? – Es la esposa de David. Ajá, que ¿Qué necesitas? – Saber la verdad, él es mi marido y tú eres mujer, dime: ¿David tiene algo contigo? – No tengo nada que hablar contigo, lo siento (Cuelga el teléfono).

David escribe: Yo amo a mi mujer, ella es mi vida, siempre te lo aclare, eres una equivocada.

Aló ¿Paola? Es Margireth – Ajá, ¿Qué quieres? ¿Quieres saber la verdad sobre David? Tenemos una relación desde hace 7 meses, nos veíamos algunas mañanas en mi hogar mientras trabajabas, no es circunciso, se depila completico y adora los bóxers blancos. ¿Algo más? -Lo siento, pero: ¿me estas diciendo la verdad? No te creo ¿Nos podemos reunir los tres y hablarlo?

¿Qué es todo esto? Pues la típica actitud de una verdadera cabrona.

El adjetivo “cabrona”  creo que suena fuerte en cualquier idioma conocido. No es sólo fuerte su carga fonética, sino también la carga que conlleva tener una etiqueta en la frente que te describa como una. La palabra tiene su acepción en español tanto para el género masculino como el femenino, con características exactamente iguales, sólo que cada vez aumentan las razones y los motivos por los que las féminas dudan de su potencial y el miedo a la soledad se vuelve tan inminente con el paso de los años que terminan aceptando portar la etiqueta con mas facilidad. El hombre, en cambio, suele considerarse que adentrarse en años es una nueva perspectiva potencial.

Si bien las sociedades se mueven de manera diferente a medida que pasa el tiempo y las actitudes que antes no eran aceptables hoy en día forman parte de la cotidianidad del grueso de las personas, resulta inaceptable, por lo menos para mi, que existan motivos que muevan a las féminas a permitir actitudes que traerán consecuencias graves para conservar su equilibrio emocional, porque la que me diga que se siente orgullosa de ser una “Cabrona”  esta mintiéndose tanto a ella como al resto de la humanidad.

Tener una relación estable en estos tiempos conlleva una gran responsabilidad y se necesita del esfuerzo de las dos partes por igual para tener una evolución notable. Las tentaciones siempre han existido y estarán presentes pero, el Respeto debe ser la bandera de un par de seres que deciden llamarse “Pareja”.

La inmensa mayoría de las mujeres hemos tenido decepciones amorosas, hemos sentido ese miedo característico que acecha al finalizar una relación. Preguntas como: ¿Qué pasará ahora?, ¿Será que podré  conseguir a alguien que me quiera o que yo quiera? Son constantes, pero el éxito lo escriben los valientes. A medida que pasa el tiempo me doy cuenta que la principal y más generalizada falla en las personas de mi género es: LA INSEGURIDAD, esa que te cohíbe, que te consume y que al final podría llevarte a aceptar actitudes que detestas como “aceptables” sólo para mantener el equilibrio de tu vida.

¿Y cuál es el principal miedo de una cabrona? Yo respondo: LA SOLEDAD. Nacimos solos pero es increíble el temor que sentimos de estarlo en algún momento de nuestra vida. “Esa mujercita no me llega ni a los pies”, “Al final, la legal soy yo”, “Siempre vuelve a mi cama, es imposible que yo pueda dormir sola”. “El es el padre de mis hijos, no puedo hacer nada”. Frases que se repiten y le repiten al mundo para justificar una infelicidad que carcome su pensamiento diariamente. ¿Cobardía? ¡Quizás! Nadie pretende que terminar una relación, por muy tormentosa que sea, es algo fácil, sobretodo si hay elementos externos que constituyen la base de las mismas: hijos, dinero, soledad, si lo buscas, es muy posible que siempre encuentres un motivo para mantenerte al lado de una persona que te tortura con su actitud pero, al final, sólo será justificar las cosas con cualquier motivo que se te ocurra.

Somos valientes para asumir todos los roles, somos buenas madres, buenas hijas, madrugamos diariamente para sacar adelante el hijo que el padre no quiso reconocer y a la madre que nos dio todo y ya esta viviendo su feliz tercera edad, pero descubrimos que el hombre que nos acompaña se anda paseando descaradamente con una mujer y el miedo nos ataca, el dolor nos consume y somos incapaces de tomar actitudes para sopesar el dolor que dejamos fluir con la almohada todas las noches. NO ME PARECE.

Somos dueños de nuestra vida, de nuestros sentimientos, de lo que hacemos y dejamos de hacer  exijamos lo que necesitamos para conservar ese equilibrio emocional. El éxito en el mal llamado amor, se basa no en las apariencias, sino en la ACTITUD. Si somos excelentes mujeres ¿Por qué no exigir la excelencia? Nunca he sido “cabrona” y espero jamás llegar a serlo, si me han sido infieles o no, realmente no lo sé, pero la “cabrona” lo asume y yo no me permito seguir bañándome con el jabón que me quema la piel.

Ojala Paola mañana se levante, lea este articulo y tenga las “bolas” suficientes para asumir que es una “cabrona” y que ya no está dispuesta a soportarlo: “David, te vas de mi casa, recoge maletas y  ve a ver qué haces con tu vida, porque LA CABRONA que se acostó anoche contigo no es la Paola que despierta hoy”. Cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia. Y a ti: ¿Te han dicho cabrona?

 

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Columna: »DESVISTETE by Yei Love» @Yeilove : CONFESIONES DE UNA CABRONA  

Aló, ¿Quien Habla? – Es la esposa de David. Ajá, que ¿Qué necesitas? – Saber la verdad, él es mi marido y tú eres

mujer, dime: ¿David tiene algo contigo? – No tengo nada que hablar contigo, lo siento (Cuelga el teléfono).

David escribe: Yo amo a mi mujer, ella es mi vida, siempre te lo aclare, eres una equivocada.

Aló ¿Paola? Es Margireth – Ajá, ¿Qué quieres? ¿Quieres saber la verdad sobre David? Tenemos una relación desde hace 7

meses, nos veíamos algunas mañanas en mi hogar mientras trabajabas, no es circunciso, se depila completico y adora

los bóxers blancos. ¿Algo más? -Lo siento, pero: ¿me estas diciendo la verdad? No te creo ¿Nos podemos reunir los

tres y hablarlo?

¿Qué es todo esto? Pues la típica actitud de una verdadera cabrona.

El adjetivo “cabrona”  creo que suena fuerte en cualquier idioma conocido. No es sólo fuerte su carga fonética, sino

también la carga que conlleva tener una etiqueta en la frente que te describa como una. La palabra tiene su acepción

en español tanto para el género masculino como el femenino, con características exactamente iguales, sólo que cada

vez aumentan las razones y los motivos por los que las féminas dudan de su potencial y el miedo a la soledad se

vuelve tan inminente con el paso de los años que terminan aceptando portar la etiqueta con mas facilidad. El hombre,

en cambio, suele considerarse que adentrarse en años es una nueva perspectiva potencial.

Si bien las sociedades se mueven de manera diferente a medida que pasa el tiempo y las actitudes que antes no eran

aceptables hoy en día forman parte de la cotidianidad del grueso de las personas, resulta inaceptable, por lo menos

para mi, que existan motivos que muevan a las féminas a permitir actitudes que traerán consecuencias graves para

conservar su equilibrio emocional, porque la que me diga que se siente orgullosa de ser una “Cabrona”  esta

mintiéndose tanto a ella como al resto de la humanidad.

Tener una relación estable en estos tiempos conlleva una gran responsabilidad y se necesita del esfuerzo de las dos

partes por igual para tener una evolución notable. Las tentaciones siempre han existido y estarán presentes pero, el

Respeto debe ser la bandera de un par de seres que deciden llamarse “Pareja”.

La inmensa mayoría de las mujeres hemos tenido decepciones amorosas, hemos sentido ese miedo característico que

acecha al finalizar una relación. Preguntas como: ¿Qué pasará ahora?, ¿Será que podré  conseguir a alguien que me

quiera o que yo quiera? Son constantes, pero el éxito lo escriben los valientes. A medida que pasa el tiempo me doy

cuenta que la principal y más generalizada falla en las personas de mi género es: LA INSEGURIDAD, esa que te cohíbe,

que te consume y que al final podría llevarte a aceptar actitudes que detestas como “aceptables” sólo para mantener

el equilibrio de tu vida.

¿Y cuál es el principal miedo de una cabrona? Yo respondo: LA SOLEDAD. Nacimos solos pero es increíble el temor que

sentimos de estarlo en algún momento de nuestra vida. “Esa mujercita no me llega ni a los pies”, “Al final, la legal

soy yo”, “Siempre vuelve a mi cama, es imposible que yo pueda dormir sola”. “El es el padre de mis hijos, no puedo

hacer nada”. Frases que se repiten y le repiten al mundo para justificar una infelicidad que carcome su pensamiento

diariamente. ¿Cobardía? ¡Quizás! Nadie pretende que terminar una relación, por muy tormentosa que sea, es algo fácil,

sobretodo si hay elementos externos que constituyen la base de las mismas: hijos, dinero, soledad, si lo buscas, es

muy posible que siempre encuentres un motivo para mantenerte al lado de una persona que te tortura con su actitud

pero, al final, sólo será justificar las cosas con cualquier motivo que se te ocurra.

Somos valientes para asumir todos los roles, somos buenas madres, buenas hijas, madrugamos diariamente para sacar

adelante el hijo que el padre no quiso reconocer y a la madre que nos dio todo y ya esta viviendo su feliz tercera

edad, pero descubrimos que el hombre que nos acompaña se anda paseando descaradamente con una mujer y el miedo nos

ataca, el dolor nos consume y somos incapaces de tomar actitudes para sopesar el dolor que dejamos fluir con la

almohada todas las noches. NO ME PARECE.

Somos dueños de nuestra vida, de nuestros sentimientos, de lo que hacemos y dejamos de hacer  exijamos lo que

necesitamos para conservar ese equilibrio emocional. El éxito en el mal llamado amor, se basa no en las apariencias,

sino en la ACTITUD. Si somos excelentes mujeres ¿Por qué no exigir la excelencia? Nunca he sido “cabrona” y espero

jamás llegar a serlo, si me han sido infieles o no, realmente no lo sé, pero la “cabrona” lo asume y yo no me permito

seguir bañándome con el jabón que me quema la piel.

Ojala Paola mañana se levante, lea este articulo y tenga las “bolas” suficientes para asumir que es una “cabrona” y

que ya no está dispuesta a soportarlo: “David, te vas de mi casa, recoge maletas y  ve a ver qué haces con tu vida,

porque LA CABRONA que se acostó anoche contigo no es la Paola que despierta hoy”. Cualquier parecido con la realidad

es simple coincidencia. Y a ti: ¿Te han dicho cabrona?