Recientemente las calorías se han vuelto referente de regímenes alimenticios.

Ya sea para tomar la decisión de ver qué comprar para comer o qué alimentos ingerir o hasta en las campañas publicitarias, donde incluso se llega a resaltar que bebida tiene no tiene o es baja en calorías.

Con estas ideas, comienza a gestarse en nuestra cabeza que entre menos calorías es mejor para nuestra silueta. Con la calculadora hacemos sumas y restas entre las calorías que comemos y las que quemamos durante el ejercicio. Lo que no queda claro es qué pasa dentro del organismo con esas calorías, ni para qué sirven.

El simple hecho de existir consume calorías (energía) porque para que funcionen los sistemas del cuerpo se llevan a cabo múltiples procesos bioquímicos que consumen energía. Para saber el mínimo de calorías que deberíamos comer, se calcula la tasa metabólica basal. Este mínimo depende de la edad, talla, peso, género y actividad física.

Por lo tanto, comer por debajo del mínimo requerido pone a sufrir a todas las funciones del cuerpo. Gracias a la investigación que realizó la Universidad de Minnesota, en la actualidad sabemos qué consecuencias genera la poca ingesta de calorías.

En los años 1944 y 1945, se realizó un experimento donde treinta y seis voluntarios se sometieron a una dieta por síes meses con solo 1,600 calorías al día con una actividad física de 35 kilómetros de caminata a la semana. El resultado fue que los voluntarios relataron que se sentían apáticos, sin energía física, sin motivaciones personales e irritables. Empezaron a lamer los platos, a diluir las papas con agua y a mantener por más tiempo la comida en la boca con la intensión de prolongar el proceso de comer.

Dentro de la apatía, la comida se convirtió en la única fuente de fascinación y motivación: guardaban obsesivamente recetas de cocina, soñaban despiertos con comida, ideaban planes para robarla, bebían agua hasta sentirse llenos y aumentaron sus hábitos de fumar o mascar chicle. Nada que no fuera la comida les interesaba: su desarrollo personal se pausó, socializar les aburría, no prestaban atención al romance y su deseo sexual se evaporó. Reír se volvió difícil y la interacción con los demás era complicada, ya sea porque no podían seguir una conversación o porque no luchaban por nada: ante cualquier estímulo su reacción era de resignación.

Según los especialistas, los efectos secundarios de consumir menos calorías de las que tu rutina diaria necesita son:

1.    Debilidad.

2.    Fatiga.

3.    Intolerancia al frío.

4.    Períodos menstruales irregulares.

5.    Mareos.

6.    Estreñimiento.

7.    Hinchazón de las manos y los pies.

8.    Cálculos biliares.

9.    Riesgo de desnutrición.

10.  Gota (bebido al elevado ácido úrico).

Después de los seis meses reiniciaron una etapa dónde aumentaron el número de calorías consumidas. El mejoramiento físico fue evidente y casi inmediato, sin embargo, sus funciones cognitivas disminuyeron. La irritabilidad se convirtió en agresión, los cambios de ánimo fueron más pronunciados y continuaron lamiendo los platos. No fue sino hasta que pasaron nueve meses después de comer un número adecuado de calorías que el comportamiento social se estabilizó, los ánimos se equilibraron pero nunca volvieron a comer igual. Les quedó una sensación de hambre, aunque sólo tuvieran un poco de apetito.

Con esta investigación podemos darnos cuenta lo importante que es nutrir a nuestro organismo y que la falta de comida provoca en nosotros cambios en el aspecto físico, pero también psicológico y emocional. Las calorías proveen energía y la mejor fuente de energía son los carbohidratos, por lo tanto debemos asegurarnos comer los suficientes para que funcionemos bien, nos sintamos tranquilos y podamos crecer como personas y en lo profesional.

Existen muchas dietas milagrosas y recomendaciones en Internet, pero no todas son la ideal para todas las personas. Por lo tanto, si lo que se busca es bajar de peso o subir volumen, realizar ejercicio, entre otras metas, lo recomendable es consultar a un especialista en nutrición que nos comparta una dieta en base a nuestra rutina, objetivos deportivos, deseos de bajar de peso o conseguir el peso ideal.

Por Dra. Marilú Acosta, especializada en promoción de la salud