Con una inquebrantable fe y la satisfacción de quien logró un gran objetivo, »Chuy” transmitía una inmensa

alegría una vez concretado el Torneo Clausura para el Zamora FC, su primer título desde que colgó los tacos y decidió asumir la empresa de dirigir. Barinas tuvo que esperar 34 años para volver a saborear la gloria en nuestro fútbol, pero les llegó el momento. ¿Cómo amaneció el dueño de los principales titulares de la prensa nacional la mañana del lunes? “Con un título, feliz. A lo mejor la alegría del domingo, la emoción, toda una cantidad de sentimientos. Hoy estoy más tranquilo, sin dudas, fue un triunfo espectacular».

Sin embargo, la “Furia Llanera” no se deja embriagar por el triunfo. “Estamos muy tranquilos, porque esta fortaleza espiritual que tiene el grupo nos ha permitido estar todos los días, desde que iniciamos aquí en Barinas, en la derrota y en la victoria, de verdad, bastante tranquilos. De repente, a lo mejor, la intranquilidad nos pudo llegar en la ausencia de cosas, de detalles, de recursos, de organización, etc. Pero en lo que respecta al juego, el entrenamiento, muy tranquilos, agradeciéndole a Dios que poco a poco las cosas se solucionaron, que es el deber ser. Y es lo importante, que todo ese esfuerzo y toda esa esperanza que ciframos en Dios termina dando sus resultados”.


Eternos 90 minutos

Como una lucha entre “David y Goliat”, los blanquinegros llegaron el domingo a un abarrotado estadio Olímpico. Negro, rojo y blanco eran los colores predominantes. Sin embargo, más de 2000 barineses viajaron a la capital para ser testigos de excepción de lo que allí ocurriría, la “Burra Brava” se hizo sentir. Con el pitazo inicial, otra historia se comenzó a vivir en el terreno, pero especialmente en el banquillo. “Los 90 minutos de este domingo, de esa gran final, de verdad te lo digo, tratando de manejar cosas, que el grupo no se saliera de la idea futbolística, que el rival que teníamos al frente era el rival más importante del mundo. Con Caracas es como con los alemanes, hay que darles hasta el final para poderlos vencer, pero al final, Dios gracia, se terminó dando un buen resultado”.


Tanta serenidad quedó  a un lado al minuto 71, cuando Jonathan Copete atravesó las mallas de los avileños. “Estallamos, ahí si perdimos la tranquilidad, perdimos todo. El nivel del gol, lo de Jonathan fue espectacular. Hemos sabido aprovechar tantas virtudes y bondades que tiene Jonathan y el domingo, el gol, fue la máxima expresión que tiene el fútbol con lo de Jonathan”.

Con el fin del partido, la mayoría calló y la algarabía invadió a un equipo “pequeño”, de provincia, que había llegado a la fecha final como líderes de Clausura ante la incredulidad de muchos, que esperaban el primer descuido para verlos abandonar la cima. La alegría no dejó un lado la inmensa fe que los ha caracterizado en todo este transitar. “Después de que pasó todo en el estadio, lo que nosotros buscábamos, más allá de la celebración, era agradecer a Dios. Fuimos a la mitad de la cancha, un grupo de jugadores, más dirigentes y algunos aficionados, y agradecimos, como es la característica de este equipo. Luego nos marchamos al hotel y hubo una pequeña celebración”. Ya alejado de la algarabía y el ruido del estadio. “Compartí un rato con los muchachos, fui a la habitación, oré, recé mi rosario, tarde ya, como a las 12:30 de la noche, como agradecimiento a todo lo que había pasado”.


“Chuy nos hizo creer que nosotros podíamos”

La frase común en cada uno de los integrantes de la plantilla de Zamora en medio del calor de la celebración era: “Chuy nos hizo creer que nosotros podíamos”. Muy necesario creer en un semestre nada sencillo, donde el juego bonito y elegante se estaba convirtiendo en el sello de los llaneros, pero los retrasos en el pago de sus quincenas mantenían en rojo las arcas personales de cada uno de sus integrantes. “Yo creo que el Chuy que los hizo creer fue el de arriba, Jesús. Yo fui nada más un instrumento para llevar un mensaje, simplemente, ya que todo se lo debemos a Dios. Ese fue un mensaje a través de una persona, que es su entrenador y un cuerpo técnico, que son espectaculares, y dos preparadores deportivos, que también nos ayudaron mucho”.

Pero el Técnico también se retroalimentó de sus muchachos. “En medio de la necesidad, los compañeros denominaron: ‘ir al entrenamiento es nuestro templo, nuestra iglesia´ e hicimos del camerino eso. Cuando uno llega al templo, a la iglesia, al fútbol de verdad, es la sensación de espiritualidad, y eso lo disfrutamos de esa manera. Tuvimos una combinación muy importante entre la alegría del entrenamiento y la responsabilidad del mismo, yo creo que ese fue un factor muy importante al momento de unificar a este gran grupo. Otro punto importante que yo hablo y valoro es el comportamiento y el apoyo solidario de las esposas y familiares de los jugadores, que son los que realmente sufren. Nosotros como jugadores y entrenador, ese grupo unido, hacíamos fuerza para tratar de superar lo que estábamos pasando”.

No se dio con Estudiantes de Mérida

En medio de la emoción de la meta alcanzada, la nostalgia se hizo presente en Vera, recordado emblema de Estudiantes de Mérida como jugador, el equipo de sus amores y el que lo vio debutar en rol Técnico. “De repente pude haber pensado solo en Zamora, pero apenas sonó el pitazo final, sentí mucha alegría por Zamora y, a la vez, una enorme nostalgia por Estudiantes de Mérida. Estudiantes es mi vida, o parte de mi vida, son mis colores, o parte de mis colores. A lo mejor pudimos haber estado dando parte de esos éxitos en Mérida, pero un grupo mezquino, muy pequeño, le quitó un sueño a una gran afición. Hubo siempre de parte de ese grupo reducido trabas para continuar, pero bueno, uno sabe cuándo tomar la derecha en el camino y lo tomamos para bien. Llegamos a Barinas, también con muchos problemas, pero dispuestos a ayudar y ambas partes nos pusimos de acuerdo para sacar esto adelante”.

Contra Deportivo Táchira por una estrella

Se bajó el telón del Torneo Clausura, pero queda aún por librar la batalla final, la del Campeón Absoluto de nuestro balompié, la lucha por esa estrella en el escudo. Con cupos de Copa Libertadores 2012 en el bolsillo, los flamantes Campeones del Clausura deberán verse las caras con los Monarcas del Apertura, Deportivo Táchira, quienes vinieron de más a menos, viviendo un semestre para el olvido, pero aún tienen la casta y tradición de un equipo ganador. “A Táchira hay que verlo como el rival más importante del país, porque ha demostrado su carrera y su trayectoria, es de jerarquía, igual que el Caracas. El Torneo terminó este domingo, el partido que viene ahora es a 180 minutos, donde se olvida todo y eso también hay que saberlo valorar. Se va a olvidar todo y hay que tener cuidado, independientemente como haya terminado Táchira el torneo, es el Táchira que tiene la jerarquía y los títulos”.

Zamora, que culminó  el Apertura en el puesto 17 de la tabla, vivió cada una de las 17 jornadas del Torneo Clausura como si fuese una gran final, y vio a cada rival como el más importante del mundo, fuese un equipo de mitad de tabla para abajo o uno de los habituales primeros. “Nosotros tenemos 17 finales, con la de este domingo, y eso vamos a ponerlo sobre el tapete, porque eso nos da jerarquía. Se hablaba el domingo de que Zamora jamás, en sus 35 años, había estado en una situación parecida y yo lo negaba, porque nos tocó enfrentar 16 finales parecidas a la del domingo pasado y eso fue un punto de partida para esta gran final. Táchira viene con sus títulos y nosotros venimos con 17 finales anteriores”.

¿Se impondrá la tradición y una camiseta aurinegra muy pesada o la mezcla de fe, irreverencia y belleza de un fútbol con acordes llaneros? A partir de este domingo comienzan los primeros 90 minutos de esta batalla final en el estadio La Carolina de Barinas y concluirá, una semana después, con una vuelta olímpica ¿aurinegra o blanquinegra? En el Templo del fútbol venezolano, el estadio Pueblo Nuevo de San Cristóbal.

Trina Ballesteros Trina Ballesteros
Twitter: @La Ballesteros
[email protected]