El anfiteatro de El Hatillo recibió la noche del jueves al  astro del trip hop británico Tricky –nombre real Adrian Thaws-

en el marco de la gira de presentación del álbum Mixed Race (2010) un recital eléctrico e irregular que  fue presenciado por  cientos de selectos melómanos que, aunque no llegaron a llenar completamente el recinto al aire libre, compensaron al artista con su fervorosa calidez.

En horas crepusculares y disfrutando de un clima benévolo en este año pleno de lluvias, la banda venezolana Chucknorris se encargó de abrir el recital, encabezada por los músicos  Carlos Reyes (voz, guitarra, samples), Breker (voz), Tomás Mena (batería) y Claudio Ramírez (scratchs, sintetizadores, bajo, beats, moog), quienes se encargaron de presentar enérgicamente los temas de su segunda  producción discográfica, Incandescente (2010). La creciente audiencia felicitó con estruendo a estos jóvenes talentos, quienes se sienten plenamente inspirados por el habilidoso creador británico, y así se abrió el compas de espera para la salida de la banda que acompaña a un personaje  esencial para entender la música posterior a los años noventa del pasado siglo y que sigue editando álbumes cada vez más desafiantes. Tricky, nacido en 1964 y conocido bajo ese apodo  por su habilidad para producir trucos técnicos, fue parte del colectivo The Wild Bunch de Bristol a finales de los años ochenta, colectivo de donde también surge Massive Attack y cuyo sonido –nombrado al poco tiempo  como trip hop- se caracteriza por fusionar el dub jamaiquino,  hip-hop y otros pulsos de raíz negra para crear un estilo frío, melancólico y decididamente europeo.




El anfiteatro se hallaba todavía a medio llenar cuando apareció Tricky escoltado por su magnífica banda , conformada por  tecladista Gareth Bowen, quien  supo tender  una nítida cama sonora para todos los temas del concierto; la potente baterista Emily Davies, que logró vincular, en un solo beat, la intensidad del más potente rock and roll junto a los quiebres rítmicos del drum & bass; la guitarrista Tiffany Bryan que ejecutaba matices pop, funk o rock con una seguridad proporcional a su recorrido musical; y la bajista Laura Kidd, que ha impactado a la audiencia caraqueña con bajos precisos y definidos, siendo pieza clave de los cambios de intensidad, planos y matices que se observaron esa  noche. Pero tal vez quien se ganó todos los afectos del público fue la vocalista Francesca Belmonte, quien ha sido considerada como una revelación en el firmamento musical británico y sobre quien recayó la tarea de su suplir a su espigado director musical cuando se desvaneció de escena a mitad de concierto.

Tricky  salió a escena con mucha energía y solo ataviado de un mono deportivo y quizás la palabra que mejor describa estos primeros minutos de concierto es “contundente”. Sin apenas cantar, con un baile truncado que más puede considerarse un deambular por el escenario que una coreografía propiamente dicha, Tricky se dedico a calentar el ambiente y meter al público en el recital, susurrando, dándose golpes con el micro en el pecho -lo que combinado con delays sonaba como los pesados latidos de un corazón partido- poco a poco fue creando una atmósfera íntima donde desarrollar una actuación iluminada por focos de poca intensidad que desconcertaron a los sufridos fotógrafos . You don´ Wanna. Really Real, Ace of Spades fueron canciones interpretadas con gran  energía, para  entusiasmo y regocijo de la audiencia, quienes en su mayoría abandonaron los asientos y bajaron a los primeros graderíos para ver al “padrino del trip hop” en acción. Sudoroso y mostrando una serie de tatuajes a través de su oscura  y lisa piel, Tricky inesperadamente convocó al público a subir a escena para saludarle y acompañarlo y decenas de fanáticos lo abrazaron y se tomaron fotos, acción que se repetiría al final del recital, momento en el cual Tricky también descendió del escenario para recorrer las gradas y terminar tomando una cerveza en la barra instada en la parte superior del recinto.

Tricky genera en quienes lo escuchan una tensión que puede traducirse en un estado de hipnosis sonora del cual es imposible abstraerse  y en algunos de sus momentos más extremos no deja alternativas: o se convierte en una terapia violenta, catártica e indispensable o es una insoportable pesadilla sonora. El recital iba encaminado en espiral creciente hacia la catarsis colectiva tras el fraterno episodio de encuentro con el artista pero al poco tiempo Tricky se retiro de escena sin mediar palabra y su avezada  vocalista de nombre italiano interpretó una serie de hermosos temas en solitario, que a pesar de su correcta ejecución, hicieron  bajar la energía  del concierto y generaron  inquietantes rumores entre el público acerca del estado de salud del  afamado interprete. Tras varios gritos pidiendo a Tricky en escena y una breve salida de la banda a descansar, el productor del evento se apersonó ante el micrófono  e informó que el artista había tenido un ataque asmático y se hallaba en un cercano dispensario siendo nebulizado pero prometía regresar a culminar el concierto. Y así lo hizo Tricky unos minutos después, contorsionándose en escena para cantar dos o tres temas más en los que se evidencio su debilidad y  fervorosa entrega a pesar de la adversidad, agradeciendo la paciencia del público al unir las manos en gesto orante y humilde que antecedió a su paseo por las gradas recibiendo innumerables muestras de cariño y comprensión.

Por: Manuel Lebon Anzola a.k.a. Lebotronico
Fotos de Felipe Rotjes

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