Esta semana la opinión pública recibió con estupor e indignación la noticia sobre la condena a cuatro años de prisión a dos de los antisociales involucrados

en el asesinato de Mónica Spear y su pareja. A ambos los protege la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, que establece que un menor de 18 años no puede recibir una sentencia mayor a 5 años: ¿Eso vale una vida? ¿menos de 5 años de prisión?

Dos adolescentes, de 15 y 17 años de edad respectivamente, quienes admitieron su participación en el asesinato de la otrora reina de belleza venezolana y actriz Mónica Spear y su pareja Thomas Henry Berry el pasado 6 de enero de 2014, fueron condenados a cuatro años de privación de libertad y seis meses de regla de conducta.

En una llamada audiencia preliminar, el fiscal 24º del estado Carabobo con competencia en materia de Responsabilidad Penal del Adolescente, Wilmer Romero, ratificó la acusación contra el joven de 17 años por ser coautor del delito de homicidio calificado en la ejecución de un robo agravado e igual delito en grado de frustración en perjuicio de una niña de cinco años -hija de la asesinada pareja-, además de asociación para delinquir y robo agravado.

De igual forma, ratificó la acusación contra el adolescente de 15 años por el delito de resistencia a la autoridad, aprovechamiento de cosas provenientes del delito y asociación para delinquir. Ambos delincuentes se encuentran  recluidos en el Centro de Internamiento Alberto Ravell en Naguanagua.

Benditas leyes

Según la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescente, ningún venezolano que tenga menos de 18 años de edad puede ser sancionado a una pena mayor a los cinco años de prisión. Es decir, que si un familiar o amigo resulta asesinado por un menor de edad, éste solo pagará por ello cinco años o menos de prisión.

Es inaudita y hasta cruel esta ley que hace que a un antisocial menor de edad le importe poco la vida de nadie, a sabiendas que la ley lo protege y su condena por asesinar a quien sea, vale apenas cuatro o cinco años de privativa de libertad. Peor aun cuando en ese corto lapso de tiempo al joven delincuente, no se le da ningún tipo de correctivo para así ser insertado nuevamente a la sociedad, aunque hay algo que las leyes de aquí llaman “reglas de conducta”, que vaya usted a saber si se cumplen o no.

Mónica Spear y su pareja fueron asesinados en plenitud de sus vidas y estos dos jóvenes saldrán de la cárcel en plenitud de ellas… Debemos pensar en eso y ayudarlos a concientizar su vida y actos. Cuatro años no pagan la muerte de nadie. Cuatro años no devuelven la vida de nadie, pero deben servir para educar y darles un norte positivo a los jóvenes que caen presos por delitos como éste. Cualquier ser humano, por más miserable y criminal que sea tiene dolientes y ellos deben exigir que a esos jóvenes carentes de sentimientos se les siembre conciencia. Encerrarlos sin ningún tipo de ayuda sicológica, es cultivar en cautiverio su falta de valores y resentimiento y significa también insertar a un repotenciado delincuente a la sociedad, cuando éste pague su corta condena.

¡Qué desfase!

Por este caso lamentable caso fueron condenados a penas de entre 24 y 26 años José Ferreira Herrera (18), Jean Carlos Colina (19) y Nelfrend Jiménez Álvarez (21); mientras que en juicio se encuentran Alejandro Maldonado Pérez (21), Adolfo Rico Agreda (26), Franklin Cordero Álvarez (28), Leonar Marcano Lugo (32) y Eva Armas Mejías (39). Es decir que para las leyes venezolanas, existe una línea imaginaria para ellos, que diferencia a un delincuente de 17 años de uno de 18. Al mayor de edad-con apenas un año de diferencia del menor- se le condena a una pena de 24 a 26 años, mientras que “al niño” de 17, apenas a cinco años de prisión. Cruel y totalmente desfasado… ¿o no?

Lo cierto es que ya Mónica Spear y Thomas Henry Berry no están, como tampoco están los miles de venezolanos asesinados por la delincuencia desatada que tenemos en el país. Eso es lo que debe importarnos a todos, sin miserias, ni privilegios. Ser de un bando u otro no nos asegura la vida. Unámonos en exigir y hacer coto a esto que nos afecta a todos por igual.